sábado, 26 de noviembre de 2011

Al final del camino de baldosas amarillas te encuentras con lo que todo el mundo sabe menos tú


Esta historia sucedió hace algunos años. Yo por aquellos entonces jugaba en el Manchester United. Era la época post Beckam, y faltos de un nuevo ídolo me erigí como nuevo fetiche para los hooligans de la ciudad de Ian Curtis. Vendía una cantidad absurda de camisetas y puse de moda la barba en el Reino Unido, aunque como los ingleses son blancuzcos a ninguno le quedaba bien.
Aquel día jugábamos el derbi local contra el City, y durante el trascurso del partido, en una internada por la banda sufrí un encontronazo con un defensa, quedando tendido sobre el césped. Los servicios de asistencia entraron a trote cochinero en el campo, y temiendo por una lesión de su gran estrella me sacaron en camilla del terreno de juego, cuando Beyoncé, que era una gran admiradora mía y que estaba en el estadio viendo el partido aprovechando un hueco que se le quedaba entre concierto y concierto, bajó al vestuario a interesarse por mí. De pronto, mientras recibía arrumacos de la cantante azabache, de su ombligo salió un vórtice espacio-temporal, porque como todo el mundo sabe el ombligo de Beyoncé es el centro del universo y contiene un portal interdimensional, que me absorbió transportándome a la tierra de Oz. Obviaré los pormenores del viaje pues se trataba del típico viaje interdimensional, con su ingravidez, su fondo psicotrópico y sus relojes y ecuaciones flotantes.
El extremo del portal me vomitó sobre el camino de baldosas amarillas dejándome boca arriba y desorientado a la vez que tres cabezas asomaron en los vértices de mi plano visual.
-Sepa usted que a la Primera Dama, la Sra. Bruja del Norte, no le gusta que haya tipos con barba tirados sobre el camino de baldosas amarillas, así que le sugiero que se levante, si no le apetece acabar empalado en medio de un campo de girasoles.
-Er…gracias por el consejo – no daba crédito a lo que veía –
-Permítame que nos presente: este es el Sr. León, el caballero resplandeciente es el Sr. Hombre de hojalata y yo soy el Sr. Espantapájaros.
-Mucho gusto…, yo me llamo Caronte.
- Encantado de conocerle Sr. Caronte. Permítame la indiscreción pero, ¿qué hacía tirado sobre el camino?
-Pues no lo se…Yo estaba jugando un partido bastante lejos de aquí y de repente aparecí tirado sobre esta moqueta dorada. Vaya decorador con mal gusto, por cierto.
-Ya entiendo. Es usted otro de esos que viaja entre dimensiones. A mí siempre me pareció más entretenido viajar en el tiempo que viajar entre dimensiones, pero esto es como todo. Hay quien es de Lennon y quien es de McCarney. De todas formas entiendo por su cara que está bastante perdido. Nosotros vamos de camino a ver al Mago de Oz, un excéntrico tipo amigo del muñeco del monopoly que vive pasadas las montañas y que puede conceder cualquier deseo. Acompáñenos y tal vez pueda pagarle un puente aéreo a su casa, aunque es probable que le pida tu ropa interior a cambio. Fetichismo pudoroso.

La opción no era tan mala como podía parecer. Ese extraño tipo, el Juan Tamariz de un mundo edulcorado, podría devolverme a casa a cambio de mi ropa interior usada. Y a lo mejor ni la aceptaba, pues la adornaba un accidente intestinal de importantes dimensiones (el susto por el viaje y tal). Además, debía volver a mi mundo como fuese. Si no, la gente no me vería, y si no me veía me olvidaría y si me olvidaba es como si no existiese. Un silogismo que me condenaba a la desaparición, y entonces se acabaron la guitarra, las magdalenas metáfísicas y las pelis de Bigas Luna.
Y así los tres engendros y yo emprendimos camino hasta la consulta del citado mago. Un viaje excitante lleno de aventuras y aceitunas rellenas, sin contar con el conflicto con la MGM por el uso de la marca “Wizard of Oz”, pero pasaré directamente al momento en el que vemos al susodicho Mago, dejando los vericuetos del camino para otro capítulo. Una historia con saltos temporales y perífrasis artísticas, como si esto fuera Pulp Fiction.
Por fin llegamos a nuestro destino, un lugar que parecía una mezcla entre una consulta de un otorrino y una ferretería new age, y cogimos número colocándonos en la cola. Era larga, pero nada te sorprende cuando has estado en la del paro.
Uno a uno fueron desfilando los integrantes de la cola ante el la presencia del mago hasta que después de unas horas nos llegó nuestro turno. El primero en entrar fue León.
-Buenos días. Formule su deseo y rapidíto, que hay demora.
-…ehh, pues verá, yo es quería unas manos de verdad. Bonitas y gráciles. Es que esta están llenas de enormes dedos y no puedo cumplir mi verdadero sueño: tocar la flauta travesera.
-¡Concedido! –Y sus torpes garras se cayeron, creciendo unas estilizadas manos con la manicura francesa hecha en su lugar. León salió de la sala dando pequeños saltos mientras simulaba tocar una flauta invisible.
-¡Siguiente!

Espantapájaros fue el siguiente en entrar.

-A ver, tú qué
-…Yo…Me da vergüenza decirlo, pero es que hace tiempo que los pájaros me perdieron el respeto y ya no se asustan, es más se burlan de mi como hacían los demás espantapájaros en la escuela.
-¡Aquí tienes, piltrafilla!- Varios estruendos atravesaron la sala.
-Perdone ¿pero… eso qué es?
-Esto es una mágnum 44. Y ya sé lo que estás pensando: si disparé las seis balas o sólo cinco. La verdad, con todo este ajetreo yo también he perdido la cuenta, pero dado que esto es el mejor revolver del mundo, capaz de volarte los sesos de un tiro, no crees que deberías pensar que eres afortunado ¿Verdad que sí, vago? – Espantapájaros no daba crédito- ¡Toma panoli!¡A ver que pajarito se ríe ahora!

El feliz hombre de paja abandonó la estancia
Hombre de hojalata dio un paso al frente.

-Bueno C3PO, qué pides tú
-Verá Sr. Mago, yo que siempre he querido, lo que de verdad he anhelado es un escroto.
-Sin problemas latas. Aquí tienes el del toro de Osborne que había en la M30. ¡Vamos otro pedigüeño!


Y mientras un orgulloso Hombre de hojalata salía de la sala acariciándose los nuevos testículos, entré yo, y como parecía que era verdad que ese tipo concedía los deseos, por raros y retorcidos que fueran, decidí cambiar mi petición en el último momento. El hogar podía esperar.

-Bueno, barbitas, a usted que tripa se le ha roto.
Estaba nervioso, y no sé si volvería a casa, pero ese deseo es lo que de verdad quería….
-¡Habla, diantres, que tengo cita para un masaje libanés!
-Pues mire usted, es que nunca he tenido novia y…
-Y quieres una ¿verdad? ¿De que tipo? ¿Una a lo Megan Fox?¿Tal vez te vayan las tipo Jessica Alba?...Espera, que tú tienes cara de vicioso…seguro que quieres una Chus Lampreave…
-¡No,no…!Si he he estado con muchas mujeres. Verá, es que…yo que hace poco he empezado a salir con una chica y me gustaría…me gustaría….
-¡Por Crom!¡Hable!
-Pues verá…que me gustaría poder entenderla..
-….ummmh. Lo siento es lo único que no se puede hacer, haberlo pensado antes ¡Siguiente!

martes, 9 de agosto de 2011

El porqué no debes tirarle los tejos a esa pelirroja operada de tu oficina.


Dentro de toda la sabiduría paterna transmitida a lo largo de generaciones por parte de los progenitores se encuentra un dogma acuñado por mi padre, un señor con bigote, que se encuentra por encima del resto de enseñanzas espirituales y que puede resumirse en una sencilla oración: Donde tengas la olla no metas la polla.
Tan prosaico verso es el resumen de un conjunto de lapidarios consejos y la punta de lanza de toda una forma de vida.
Con esta sentencia mi estimado padre venia a resaltar el cuidado con el que se deben tratar las relaciones interpersonales con miembros del sexo opuesto, siempre desde las connotaciones de conquista vaginal. Hay que navegar con celo por los procelosos mares del arborecer sexual profesional.
Emprender una relación siempre es una arriesgada empresa, pero el riesgo se multiplica exponencialmente cuando se trata de compañeros de trabajo. El motivo es bien sencillo. Las XX son un subgénero más evolucionado dentro de la raza humana, mientras que los XY adolecemos de ser las más simples criaturas de la creación que funcionamos a través de pequeños estímulos. A ellas la naturaleza las convirtió en feroces criaturas con un intrincado laberinto genético. Las relaciones entre humanos son complicadas por definición, y si a ello le añadimos la posibilidad de continuar con reproches laborales en el hogar y viceversa el producto de la ecuación es a todas luces desalentador.
Pero esta máxima no solo se aplica a la búsqueda de la madre de tus hijos. En relaciones puramente lúdicas la complejidad también se multiplica. En estos casos el nivel de perfección al que se tiene que llevar el acto implica un importante estrés postraumático. Además, en el caso de no satisfacer correctamente a la fémina esta información se extenderá rápida como la pólvora entre el resto de compañeras. Las miradas de escarnio y desaprobación serán una constante en tu vida.
Tal vez debería haber dejado de ser un rebelde adolescente a mis treinta años y haberle hecho más caso a mi padre. Solo tal vez...

Nota: Entrada reciclada de un capítulo de Sulfamidas. Si,y qué. Es verano. La tele repone programas, la radio repone conciertos, los periódicos reponen las mismas noticias de todos los veranos, ¿por qué voy a ser yo menos?

martes, 12 de julio de 2011

El coito te nubla



A veces en la vida, hay momentos en los que miras a los ojos a la muerte. Una mañana ventosa que te juega una mala pasada, tal vez un barrote de bronce puesto en mal sitio. Azares que te ponen la noche boca arriba y te dejan en frente de la mujer de la guadaña. A mí eso me pasó hace pocas noches, en un bar de mi barrio. Y no estaba soñando.
Era mediodía, y como de costumbre entré para cumplir con la rutina. Esa cerveza que algunos llaman el aperitivo, y que prepara el fondo del estómago para el almuerzo. Un poco perezoso me senté en la barra, en mi sitio y habitual, y cogí el Marca, cuando levanté la cabeza y la vi. Justo enfrente mía, en el otro extremo de la madera iluminada por un rayo que se escapaba entre las cortinas. Vestía de negro azabache y tenía dos ojos rojos de difícil descripción, y con suavidad le sacaba brillo a la hoja de la guadaña con un trapo de noble textura. Inevitablemente me quedé embobado mirándola, supongo que debido a que nunca había visto a un famoso, y lo debí de hacer con tan poca discreción que se dio cuenta. Nervioso, me hice el despistado, colocando palabras al azar en el crucigrama del diario, pero con una mirada de soslayo me di cuenta de que me sonreía. Esa sonrisa me llenó de confusión. Realmente no la esperaba. Estábamos hablando de la muerte, y, francamente, aunque era realmente atractiva no dejaba de ser la muerte. Quizás fuera el agradable recorrido de su sonrisa, o a lo mejor mi necrófila curiosidad, el caso es que decidí levantarme a invitarla a tomar algo. Pensé que no podía ser peor que mis relaciones anteriores.
Me senté junto a ella teniendo un cruce de sensaciones embotadas y levanté la mano para pedir, pero me di cuenta de que el camarero estaba muerto. Yo mismo puse un par de cervezas y comenzamos a hablar. Al principio algo incómodos, pero relajándonos un poco más con cada copa. Me encantaba su compañía y me hacía reir con sus historias de una rutina lamentable pero necesaria. Teníamos mucho en común. Ella también era una solitaria. De hecho me contó que solo había tenido un compañero. La sustituyó unas vacaciones pero lo tuvo que despedir. No hacía bien su trabajo y los muertos caminaban sobre la tierra. Fue por su culpa lo del último Apocalipsis zombi.
Hablamos sobre nuestras ilusiones y esperanzas, compartimos nuestro amor por los caracoles y confesamos nuestros miedos. Me contó sus intimidades y me dijo que lo que más le había costado matar era la duda y que odiaba los gatos porque tenían 7 vidas.
Juntamos el día con la noche, con la incredulidad del incierto amor que estaba empezando a florecer, suspirando de felicidad y viendo el sol perezoso desaparecer entre los edificios cuando una intangible fuerza nos obligó a fundir nuestros labios como en el final de una comedia romántica.
Pero no todo es perfecto. Olvidé un pequeño detalle. Lo que pasa cuando tocas a La Muerte es que te mueres. Y si la besas te mueres también. Así que, por culpa de ese furtivo amor, cambié de una imbécil vida fracasada a una no vida imbécil fracasada…

martes, 5 de julio de 2011

Mis hombrecitos pueden con 20 marines y 100 cocineros


La vida es un camino en el que se coleccionan momentos humillantes. Es como una especie de requisito para que te den el carné de persona. El primero que recuerdo fue cuando en párvulos olvidé vestirme y fui a clase en pijama. No hay nada tan cruel como un niño. Aún oigo las risas por la noche. Este momento fue contemporáneo a cuando mi madre y sus amigas llegaron a casa y me pillaron maquillado y travestido. No era nada perverso, simplemente una apuesta. Aquel fue un mal año.
Y así entre humillación y humillación uno va creciendo, hasta que llegó el peor momento de mi vida: El otro día cuando tuve un gatillazo. Fue un momento terrible que espero que no vuelva a repetirse. Los pedazos de mi autoestima aún salen cuando barro.
Todos los hombres somos conscientes de que las mujeres nos someten a un examen continuo. Un profundo análisis de nuestras habilidades como amantes donde tomarán nota de cualquier defecto que tengamos. Minuciosa investigación de artes amatorias donde esperan con ansia un desliz en la forma o en el fondo. Y todo para poder reunirse junto con más representantes del género y poner a parir a sus exnovios: que si tal era eyaculador precoz, que si cual besaba con demasiada lengua, que si el otro sudaba demasiado.... Una perfecta disección con saña de la coyunda.
Pues allí estaba yo el día de marras, acometiendo el coito, sin poder dejar de pensar en el sibilino estudio del que estaba siendo objeto, imaginando a futuras novias tomando nota y a familiares y amigas suyas reunidas comentando la jugada tomando un té, mientras yo me esforzaba y trataba de consumar el acto con precisión milimétrica. Casi podía escuchar los lápices garabatear en la libretita.
Fue inevitable, tanta presión me pudo y mi instrumento falló. Suerte que esa vez también estaba haciendo el amor conmigo mismo.
Sin duda un momento terrible. Nunca creí que pasaría pero esto superó incluso al momento de mi muerte, cuando me bajé del caballo y me bañé sin quitarme la armadura. Irremediablemente me ahogué.

domingo, 12 de junio de 2011

La chica de antimateria.


Cuando la conocí no sabía donde me metía. Una chica que se presentaba desnuda y con fotos de animales, como una novela inconclusa que supera al autor. Y es que ella era especial en el peor de los sentidos de la frase. Una chica que no es como las demás, y no es que tire del manual de tópicos de cuando se está enamorado y de su discutible percepción. Mi percepción está dentro de la normalidad, y ella era literalmente especial porque estaba hecha de antimateria. Pura energía negativa que para no extinguirse consume grandes cantidades de energía de los que tienen a su alrededor. Un agujero negro de 1,63 con sensuales labios y ojos que nunca están tristes. Con ella los problemas van más allá de simples discusiones, una chica con la que la frase “me dejas sin fuerza” nunca tuvo tanto sentido. Pese a todo ello, era encantadora. Llegué a aprenderme los lunares de su cuerpo, y disfrutábamos contando muñecos de nieve. La vida a su lado era deliciosa y rica en matices, siempre y cuando no te importase desaparecer.
Ese día que la conocí hablábamos durante horas, juntando la noche con el día y el día con la noche. Nos contamos sobre nuestro pasado, desventuras y desamores, y me aseguraba a su pesar había tenido muchas parejas y le duraban poco. Yo pensaba que era como yo, un desastre en las relaciones y que se movía por la vida en pareja de manera torpe y con los hombros encogidos, pero lo que no me imaginaba es que esa efímera duración era porque estaban abocados a apagarse junto a ella.
Mis relaciones no suelen acabar bien, pero normalmente solo me rompen el corazón. En esta ocasión además necesito un trasplante de aura.

miércoles, 1 de junio de 2011

Cuando hagas el amor deja un diccionario en tu mesilla de noche.


Yacía sobre aquella mujer cercano a la medianoche. 1,67 de sureña sensualidad. Ella insultantemente hermosa, yo solo en la noche, y casi sin quererlo se convirtió en una cómplice de pasajes imaginarios en el encuentro del afecto de dos corazones con mil derrotas. Extraña eventualidad que une dos cuerpos desnudos, una danza de hormonas a ritmo endiablado, y cuando con un regocijo eléctrico se haya en vísperas del orgasmo, con aspavientos grita:
-¡Dime guarrerías!
Me paro en seco, contengo multitudes, hago el silencio, y tras unos incómodos segundos solo acierto a decirle de forma vacilante:
-Moco, vómito, basura…
Creo que no apuntó bien mi teléfono. Nunca más me volvió a llamar.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Sulfamidas, el libro.


Sulfamidas se convierte en libro. De momento no se puede adquirir en librerías, solo en este enlace. Gracias de antemano y ¡disfrutad!

Bubok

domingo, 22 de mayo de 2011

Elecciones (one more time)


Elecciones de nuevo. Y el sistema sigue sin funcionar ¿por qué no lo cambian? Podríamos elegir los políticos de otra manera,en un reality show por ejemplo. Un programa de 15 días para que canten, bailen, hagan imitaciones y demuestren sus habilidades. Así por lo menos nos entretendrían...

jueves, 5 de mayo de 2011

Mayo es el mes de las flores... ¡Y EL MES EN EL QUE SULFAMIDAS SE CONVIERTE EN LIBRO!

Este hecho no sorprende a nadie. Los mayas predijeron el 2012 como la fecha en la que tendrá lugar el fin del mundo, y que mejor manera de ir preparando el apocalipsis que convirtiendo a "Sulfamidas" en libro.
Pues así será, para alegría de algunos y llantos aterrorizados de otros, y para ello he contado con la inestimable ayuda de un señor llamado Fran Parreño con un virtuosismo con el carboncillo inversamente proporcional al que tiene en su zurda para los pases. El Curro Romero del lápiz, o el Keith Richards de la madera bicolor del número 2, como queráis. Dicho sujeto ha diseñado la portada y a través de los comentarios podréis votar vuestra favorita. El martes finaliza el plazo.

Portada 1



portada 2



Portada 3



Portada 4



¡GRACIAS!

domingo, 24 de abril de 2011

Las miradas pierden brillo y las colillas crecen en la escalera.


Siempre he sido muy de viajar. De ir de aquí para allá, visitando lugares y viendo sitios con la misma mochila marrón que siempre uso para tal menester, raída por el tiempo y a la que se le desprenden los hilillos por los lados como a las tijeras de los costureros. Siempre que tengo oportunidad me escapo a una nueva región, sobre todo del extranjero, desde donde me envío postales a mí mismo diciéndome lo que visto y el tiempo que hace. En esos lugares del remite de mis postales conozco gente a los que siempre les regalo fresas silvestres. No falla. Me explican sus costumbres y donde están las mejores heladerías, y aunque de idiomas ando justo, español e inglés de andar por casa y poco más, me da igual. Entro a los sitios y trato de encontrar a la abuela que cose ajena a todo o al señor vestido de negro con una silla plegable debajo del brazo. Me siento con ellos y entablo conversación. Siempre tardo en contestar para reflexionar lo que me han dicho y entonces me miran esperando. Yo les abrazo en silencio. La gente me dice que estoy loco, pero no le doy importancia. Una vez uno me dijo que no sabía comunicarme, y quizás es verdad, pero me da igual porque creo que eso de la comunicación con sonidos que forman palabras que a su vez construyen oraciones está sobrevalorado. Para que usar las palabras si se pueden usar las miradas. Las palabras se pueden malinterpretar y además se pierden en el viento. Las miradas sin embargo solo se pueden perder en su dimensión estética. Una vez detrás de la acostumbrada anciana que teje había una dama sentada, sola, como un libro abandonado del que me gustaba la cubierta y que estaba deseando abrirlo. No hablé con ella pues no hizo falta, ya que su mirada me lo decía todo y con sus ojos supe que le gustaban los atardeceres a la orilla del Danubio, la sopa tibia y que era propensa a los bajones de tensión. Nos reímos toda la tarde en un escenario perfecto, dando caladas al mismo cigarro como Bogard y calculando mentalmente el centro de la habitación, pero su teléfono móvil sonó indicándole que tenía un mensaje en la bandeja de entrada. No pude comprender lo que decía, cosas que pasan cuando no tienes ni idea del alfabeto cirílico, pero ella se levantó, me miró durante un instante y se marchó. Con la mirada me dijo que se lo había pasado bien pero que yo no le importaba nada, ni tan siquiera lo justo para romperme el corazón, así que tuve que rompérmelo yo solo.

viernes, 15 de abril de 2011

Pepe Frankenstein, el moderno (y sátiro) Prometeo.


Era frecuente encontrarlo por ese tipo de sitios; burdeles, bares,clubes de alterne... Eso no se debía a su condición de pervertido, si no a que formaba parte de su trabajo, y aunque en la mayoría de las ocasiones era en locales nocturnos donde se dejaba ver, había veces en en las que se le podía encontrar en bibliotecas y recitales.
Estas visitas a tan heterogéneos lugares obedecía a un singular objetivo: encontrar las mejores partes de una mujer. Una cosecha con los rasgos más delicados y las piezas de mejor calidad de los más codiciados ejemplares femeninos cuyo propósito era el de construir la mujer perfecta. Un trabajo que no parece tan extravagante cuando tu apellido es Frankenstein y desciendes directamente de la estirpe del celebérrimo profesor.Una viciosa variante del moderno Prometeo varias generaciones posterior.
Un corrompido demiurgo que termina las jornadas en su laboratorio clandestino, contando con los mejores materiales y la técnica adecuada, jugando con una colección de los mejores atributos y cerebros privilegiados, usando la ciencia con frívolas intenciones.
El resultado invariablemente era exitoso. De nuevo una mujer 10, un espécimen perfecto, un sueño para cualquier mortal, pero como en anteriores ocasiones el ejemplar acabó desechado, arrojado al contenedor de residuos orgánicos junto a la docena anterior. No conseguía dar con la mujer perfecta a pesar de sus esfuerzos,ningún resultado colmaba sus expectativas. Estaba comenzando a pensar que quizás el problema no fuera de las mujeres, si no suyo.

martes, 12 de abril de 2011

Genio


(…) limpiaba vehementemente la lámpara con su camiseta cuando de pronto un genio salió de ella:

-Piensa bien porque solo un deseo te concederé. Oro, fama, mujeres, lo que quieras te daré.

Se quedó pensando durante unos minutos, haciendo tirabuzones con su negra barba navegando en un mar de posibilidades, tratando de elegir la opción más acertada, cuando de repente los ojos se le iluminaron al dar con el deseo ideal.

Ya sé lo que quiero pedir. Quiero que los días tengan 48 horas, así podré perder el doble de tiempo cada día.

lunes, 4 de abril de 2011

Eran 100 m2


Con un suspiro cerró su cuaderno y se derramó sobre el banco. Apenas quedaba luz para escribir en la calle, así que decidió recoger sus cosas volver a casa. Para eso tomó el autobús nº 5, línea de transporte público con mala rima.
La tarde no había sido demasiado fecunda, como venía siendo costumbre, pero no quería seguir pensando sobre ello. Quería llegar a casa, abrir una cerveza y ver cualquier penoso programa de televisión. Odiaba la figura del escritor atormentado, pero la que más se le acercaba tras la de suicida en potencia.
Ya en su apartamento entró y fue directo a la cocina a por un zumo de cebada que le refrescara el gaznate. Parece que no pero pensar mucha sed. El suave burbujeo se deslizó por su garganta. Amargo helor bajado del cielo. Y justo cuando ese primer trago desaparece de tus papilas gustativas abrió los ojos y se fijó en el frigorífico. Había algo raro en él. El mismo aspecto, el mismo tacto, el mismo olor a difunto en su interior pero diferente. Era igual pero se lo habían cambiado. Con el gesto torcido y la cerveza en la mano se sentó en una silla para observarlo más detalladamente, cuando se dio cuenta de que la silla era igual, pero no era la misma. De hecho toda la cocina era igual pero no era la misma. El espanto hizo que dejara caer la botella. Su respiración aumentaba, su corazón se aceleraba. A trompicones entró en el salón y comenzó a rebuscar en los cajones en un intento de encontrar un ansiolítico que lo alejará de la ¿realidad?. Allí estaban, en su caja de diazepam 5 miligramos, pero esas pastillas no eran las suyas. Eran iguales, pero no eran las suyas. Todo el salón era como el suyo, pero no era el suyo. Todo el apartamento era como el suyo pero no era el suyo.
Nervioso cogió el móvil, que era como el suyo pero no era el suyo, buscó en la agenda el número de su novia y presionó la tecla de llamar. Tras sonar los tres tonos más largos de la historia una voz femenina contestó.
-¿Si, dígame?
-¿Cariño? Soy yo. Algo raro está pasando. No se dónde estoy. Estoy en mi casa...bueno, en una casa que parece mi casa pero que no es mi casa. Es muy raro. Alguien ha cambiado mis cosas por cosas como las mías. Lo parecen pero sé que no son las mías. Sé que parece raro lo que te estoy diciendo, creo que me estoy volviendo loco. Por favor, necesito que vengas a recogerme.
-Perdona, pero ¿me puedes decir quién eres?

jueves, 24 de marzo de 2011

Productora



Basado en hechos (casi) reales.

-Hola, buenos días.
-Buenos días, pase. Pase y siéntese.
-Gracias.
-A ver, vayamos al grano. Cuénteme esa fabulosa idea que dice que tiene para nuestra película.
-Pues verá, se trata de una historia genial. ¡Acojonante diría yo! (con perdón). Es una historia de amor, pero no la típica historia de amor pastelosa. Una historia moderna de tinte clásico.
-Continúe…
-La historia se sitúa en una gran ciudad, Nueva York por ejemplo, que es donde vive nuestro protagonista, Orlando Bloom…
-¿Orlando Bloom?
-Si…, bueno, he pensado que Orlando Bloom sería perfecto para el papel…
-Ya hablaremos de eso. Por favor, continúe.
-Pues eso, que Orla…, digo, el protagonista es un churrero que…
-¿Churrero?
-Si…bueno…, los churreros son tan necesarios como atemporales…
-…siga.
-Lo dicho, que el protagonista es un churrero de la Quinta Avenida que tiene que enfrentarse con astucia y coraje a una plaga de zombis que invade la ciudad y/o el mundo. Pero no zombis cualquiera, no. Zombis-ninja.
-….
-Pero eso no es todo porque como giro argumental inesperado una violenta raza de alienígenas asalta la tierra, no dejando otra opción a nuestro protagonista y a los zombis que unirse para formar un frente común contra ellos para, alerta de spoiler, terminar venciéndoles y robándoles las naves para una vez consumidos los humanos alimentarse de otros mundos.
-…ehhhh,¿creo recordar que me dijo que se trataba de una historia de amor?
-Sí, y así es, porque como subargumento pero con una importancia mayor que la, a priori, trama principal nos encontramos con un romance entre Mel Gibson y el protagonista que llega a su clímax cuando este tiene que encargarse de preparar la fiesta de cumpleaños de Mel, decidiendo bajo una angustiosa tensión hacerla con mucho alcohol, prostitutas y nada de judíos…
-…no se le entendido bien, pero…son dos hombres…
-Sí, ya, porque es una historia de amor homosexual, rollo Brockeback Mountain…
-…por favor, abandone mi despacho…

viernes, 11 de marzo de 2011

Oscar 2011 (II)


He ganado mi primer Oscar. Un jurado formado por las mujeres que me dejaron por otro me han elegido como ganador. El premio,un tipo dorado con la placa “Frank Caronte; Oscar al mejor secundario” debajo.
Ya era hora de que se reconociese mi carrera como pringado.

viernes, 4 de marzo de 2011

Wanted


Me encantan las pelis del oeste. Con sus indios, sus vaqueros y sus duelos al sol. Ese regusto a clásico que lo impregna exaltando las virtudes de pistoleros al servicio de la ley. Ese villano que desgraciadamente siempre acaba derrotado ante el bueno de la película, galán que se queda con el dinero y la chica. Y digo desgraciadamente porque siempre he empatizado con el malo. Será por mi faceta de villano.
No es algo raro ya que el que me conoce sabe que siempre me ha gustado aterrorizar al inocente y soy lujurioso, bárbaro y de escasa virtudes morales. De pequeño iba con los Cobra-Kai, quería pertenecer al Lado Oscuro de la fuerza y lloré más cuando murió Hans Gruber que con lo de Chanquete. Pero encima de todo lo que más me apasionaba del malo es la posibilidad de tener un cartel con tu foto que pusiese “WANTED” debajo con una cantidad absurda de dólares de recompensa que adornaba tabernas y comisarías. Toda una declaración de intención. Y esa cantidad a veces era tan absurda como la recompensa que dan por capturar un beso entre Piqué y Shakira. Y sin ser los malos de la película, que tiene más mérito (aunque mi abuela dice que esos bailes de cadera son cosas del demonio. Investigaremos la relación)
Los de ahora son cazarrecompensas modernos motorizados, que recorren Barcelona en busca de ese robado que tiene el signo del dólar estampado. La nobleza de un colt del 36 sustituida por la falta de escrúpulos de un canon réflex. Más bonita, sí, pero menos regia. No hay la misma emotividad en sus flashes que en un tiro a quemarropa. Porque matarte, te mata, pero el asesino se le notaba que lo pasaba mal, sobre todo si tenía que matar a un colega o a un compañero de póker pero lo primero era ser profesional. Eso eran tipos con honor.
Siempre he pensado la paradoja que se crearía si a un cazarrecompensas lo contratasen para asesinarse a si mismo. Sería como un fantasma cazafantasmas. Ser profesional o no matarte, importante dilema moral. Toda una destrucción personal, en el más amplio de los sentidos. Un psicoanalista se hubiera puesto las botas con el precursor de los planteamientos del existencialismo.
Pero todo esto son solo pensamientos. Pensamientos que nadie quiere escuchar, salvo el tipo que me vende el pan en el colmado de la esquina, aunque empiezo a sospechar que lo hace porque no puede dejar la tienda y dejarme allí plantado.
Y si en las películas los pistoleros tenían balas que no se acababan a mí me pasa lo mismo con los pensamientos. Tengo de todas las clases y tamaños, como por ejemplo: Si pagan un millón de euros por un beso de Piqué ¿por qué nadie paga lo mismo por uno mío? No lo hago tan mal (creo). O mejor, ¿por qué nadie paga un millón por una foto de Piqué enrollándose consigo mismo? Eso sí que tendría mérito.

lunes, 28 de febrero de 2011

lunes, 14 de febrero de 2011

Desincrónico


Estaba seguro de que ella era la chica perfecta. De belleza poliédrica y rasgos susurrados, como escapada de un poema. Si la viese Afrodita se moriría de la envidia.
Era puntual a su cita matutina, y aunque ella no sabía ni quién era, él la miraba con rubor cada mañana a través del cristal, y allí escondido veía como llegaba temprano,con su camiseta de los Beatles, casi dormida, y se ponía ese delantal blanco inmaculado, que un rato después estaría cubierto de harina y de algún rastro de chocolate resultado de su oficio de pastelera. Oficio que apostaba que seguramente también lo fuese de su padre, porque solo un pastelero podría haber hecho algo tan dulce. Tan dulce como esos pasteles que a primera hora sacaba del horno, con cuidado para no quemarse las manos, finas y estilizadas, que amasan la harina con delicadeza y perfección estética, como si la masa pudiera disfrutar de su tacto, como si le devolviera las caricias. No sabía ni su nombre, pero sabía que eso era amor sincero.
Cada vez que ella se giraba hacía la máquina registradora su melena morena flotaba en el aire como a cámara lenta, como si rodara la escena Guy Ritchie, recreándose en los bucles de sus tirabuzones deslizándose en el aire, con una caída sinuosa y con su propia banda sonora. Siempre se ponía de puntillas cuando daba el cambio, puesto que no era demasiado alta, y sonreía, modelando con su boca un precioso arco que él anhelaba que se formase en vertical en la cama, justo a su lado. Solo pensaba en como hacerla reír, para que así luciese tan hermosos labios. Le volvía tan loco que su cabeza giraba en sentido inverso al de su cerebro.
Deseaba poder escribir “aquí te besé”, “aquí te cogí la mano” o “aquí te acaricié”. Deseaba saber como olía y si tenía cosquillas. Se imaginaba a los dos como un ejemplo de amor. Como los nuevo Romeo y Julieta, como Rick e Ilsa, como Drácula y Elisabeta. Saliendo en los libros de texto e inspirando canciones pop.
Al caer la tarde ella salía de la tienda y volvía a casa con una hogaza de pan bajo el brazo y con su corazón desdichado en el bolso, y ya solo podría imaginarla hasta que a la mañana siguiente volviese otra vez.

Y quizás su amor no fuese tan distinto del de ellos, pues él estaba completamente enamorado, pero no recordaba que aún seguía muerto.

lunes, 7 de febrero de 2011

¿Me estás llamando gallina?


Anoche me llamó Ridley Scott. Quiere que le ayude con su nueva película, que después del mojón que significó Robin Hood cada vez le queda menos crédito en la industria. Dice que está acojonado, porque la Fox quiere que haga una precuela de Alien y no sabe como meterle mano. Yo le he dado largas. Le he mentido diciéndole que ahora no puedo, que estoy trabajando con Isabel Coixet en un proyecto titulado “La vida secreta de las gallinas”, pero la realidad es que no sabría como ayudarle, ya que tengo poca experiencia en cosas que anidan en tu pecho y crecen rompiéndote el esternón: solo me he enamorado un par de veces.
Aunque a priori el proyecto de Isabel pareciese estúpido yo lo acepté rápidamente por su perturbador trasfondo empático. No puedo dejar de sentirme identificado con las gallinas. No por mi condición de ave doméstica, si no por mi adorable cobardía. Un día alguien en algún sitio tuvo la lucidez de sinonimar gallina y cobardía, hoy yo me comparo con un plumífero. De pequeño me daban miedo muchas cosas: el agua, los payasos, los gremlins, la oscuridad…. De adulto me dan miedo aún más cosas: las marionetas, los niños, las hipotecas, los dentistas, el compromiso, los embarazos no deseados…Todas las noches escribo una carta que cuando llega el amanecer borro. No soy capaz de terminarla porque me da miedo despedirme. Cuando me toca decir adiós meto la cabeza debajo de la alfombra. Una vez la olvidé allí durante 27 días. Allí además de colillas, cinco céntimos y polvo encontré mi felicidad, pero la dejé allí. La felicidad está sobrevalorada. Hay quien me acusa de anhedónico. Yo me río, como si eso fuera algo malo. La última persona que me acusó de ello fue una escritora con la que me lié. Se dedicaba al ensayo con parches de ficción. Aquello estaba destinado a no funcionar. Todo lo llenaba de artificios y adornaba la verdad mejor que yo, además, defendía la complejidad a toda costa. Para todo usaba adjetivos rebuscados, hasta cuando follábamos. Ella hizo que me diesen miedo las escritoras, pero eso ya lo he superado. Dejaron de interesarme las mujeres a los 83.
Yo creo que hay más cosas que me dan miedo que cosas que no. Me da miedo hasta terminar, por eso esta entrada no tiene punto final

miércoles, 2 de febrero de 2011

Día de la marmota


Feliz día de la marmota for everyone.
Phil dice que de primavera adelantada ni mijita.

domingo, 30 de enero de 2011

Mensaje para la chica con la que me acosté anoche


Hola:
Que si no te vuelvo a llamar no es por nada personal, tú eres demasiado guapa y yo sufro de Síndrome de Stendhal, y así lo nuestro no iba a salir bien.
Recomendaciones médicas y tal.

miércoles, 19 de enero de 2011

Mi novia es una zombi


Esta entrada no trata sobre una canción de Alaska. Es una afirmación literal. No tiene nada que ver con adicciones medicamentosas ni con el transcurrir del tiempo delante de la PS3. Mi novia es una zombi, de esas que comen cerebros, tipo cadáver que se levanta. Un día apareció por la casa así, y nadie sabemos como lo pilló. La notaba rara, pero no le di importancia porque pensaba que estaba menstruando. Hasta que no me regañó por dejar la tapa del water levantada. Eso me hizo sospechar, hasta que verla perder miembros me lo confirmó.
A pesar de haberse convertido en un emblemático personaje del cine de terror de serie B y de su nueva estética en descomposición yo la sigo queriendo igual. Está claro que el hecho de que intente devorarme dificulta la relación, pero lo importante es el interior. Aunque en este caso el interior sean vísceras a medio digerir. Seguimos pudiendo ir al cine y salir a pasear. Con correa y bozal, claro, y nada de pasar por un cementerio, que se me pone melancólica. Y el sexo mejor dejarlo aparte, sobre todo por lo de las llagas y la pus. Yo por si acaso me pongo condón y no la beso. Aunque la verdad, con ella el sexo nunca fue gran cosa.
Pero que tu novia sea una zombi también tiene sus ventajas. Por ejemplo, el ahorro en cenas y restaurantes es considerable. En la charcutería me guardan cuarto y mitad de sesos todas las semanas y con eso vamos tirando. Ella tan feliz y yo con más euros en la cartera.
Además ha habido muchos zombis famosos a lo largo de la historia: Lázaro, Michael Jackson, Gandhi. Quizás mi novia sea descendiente directa de Jesucristo y le toca heredar la Iglesia Católica. En ese caso lo primero que haría sería estampar mi cara en la moneda de dos euros del Vaticano.
Cuando todo esto de la zombificación sucedió a mi familia le costó asimilar la situación. Mi madre no acababa de encajar que pudiera casarme con una muerta viviente y se echaba a temblar pensando que sus nietos pudieran parecerse a Torrebruno. Mi padre creo que todavía no se ha dado cuenta de que es una zombi.
Con el tiempo mi madre acabó aceptando la podredumbre de su nuera y ahora dice que es lo mejor que me ha podido pasar, que esta es la única mujer que no se aprovecharía de un tipo sin cerebro.

martes, 11 de enero de 2011

Peticiones para 2011




A 2011 le pido que los días tengan 48 horas ; así podré perder el doble de tiempo.