domingo, 25 de octubre de 2009

No hay nada como la vida parásita.



La aversión al trabajo es una de mis virtudes favoritas. Me hace capaz de dilapidar mí tiempo de mil maneras distintas antes que trabajar o siquiera pensar en el trabajo. Terminar esa amenaza de novela, ver de nuevo “Moonwalker, buscar fotos policiales de famosos. Las posibilidades son infinitas. Pero hoy me he dedicado a la retrospectiva, porque es domingo, y los domingos son los días retrospectivos por excelencia. Por alguna extraña razón la combinación de Carrusel deportivo y la depresión previa a la jornada de lunes desencadena una reacción química en lo más profundo del cerebro que desentierra la más variopinta colección de recuerdos. Recuerdos de color gris y que huelen a silencio.
Hoy me dio por acordarme de aquella mañana de sexto curso, cuando todavía existía la EGB y no se engendro de la LOGSE, en la que conocimos la tabla periódica de los elementos. No tenía ni idea de que existía esa ordenación de elementos por propiedades y características que hizo Mendeliev dando buena cuenta de la cantidad de tiempo libre que disponía. Pero entre toda esa gama de números atómicos y colores había una columna que sobresalía por encima de todas las demás: la de los gases, tan nobles como su propio nombre indicaba. Los últimos, porque el postre se deja siempre al final. Serenos, majestuosos y con una serie de propiedades alucinantes. Todos los elementos gaseosos están chulo, pero los mejores son los nobles, que para eso tienen otro nombre. Durante el recreo discutía con mis amigos para decidir que gas era mejor. Cada uno tenía sus preferencias personales y apoyaba ese gas a ultranza como si su honor estuviese en juego. Marquitos era un ferviente seguidor del ozono. Lo defendía a capa y espada porque formaba la famosa capa, y le perturbaba eso de que se encontrase por la troposfera. Pero los demás nos reíamos de él porque el ozono necesita de una forma triatómica para existir como tal. Que gas más pringado.
Carlitos sin embargo de iba a lo fácil, y era más fan del hidrógeno, oxígeno y nitrógeno. La santísima trilogía de la base de la materia. Elementos creaciones. Para mi son como “El Padrino”. Están muy bien pero están sobrevalorados.
A Joselito como siempre ha sido un cerdo evidentemente el que más le gustaba era el metano.
Pero para mi el mejor de todos los gases de la naturaleza sin lugar a dudas era el HELIO. Me daban igual su peso atómico, sus propiedades refrigerantes o sus efectos cuánticos. Un gas que inhalado te deja la voz tan aguda debe ser el más molón a la fuerza.

domingo, 11 de octubre de 2009

# 95


Lo reconozco, soy un maldito pervertido.
Para mi el sexo es algo marciano, ceremonioso y con tintes pseudo obsesivos. Consumo porno, practico el sexo y me masturbo todo lo que puedo. Disfruto con el, soy fetichista, promiscuo, perverso y mi dorsal es el 69.
Por eso que me preocupa que cuando encuentre pareja estable y disponga de sexo de forma habitual comience a aburrirme, como me pasa con todo lo demás