miércoles, 24 de junio de 2009

Se desvelan detalles de una trata tonta que no va a ninguna parte


A veces siento que mi vida es una película. Estoy rodeado de diálogos interminables, sarcasmo continuo y perdedores. Esquema que se repite una y otra vez, como en las cintas de directores que se plagian a si mismos. La primera vez te encanta, la segunda te divierte, la tercera te aburre. Con un guión perfilado se van desarrollando escenas con decorados reutilizados, con un par de desengaños para darle dramatismo e intercalando algunos chistes de pollas, para aderezar la trama. La banda sonora es de un artista de segunda fila, de esos que salen en radio 3 y que van de moderniquis con camisetas de rayas y gafas de pasta. Se repite, y me da miedo. Te acaba hastiando con sus gimoteos de cantautor. Puestos a elegir preferiría protagonizar otra película. Una de las de Michael Bay por ejemplo, con explosiones y artificios. Y con una de esas chicas espectaculares alrededor, que contestan tus SMS y quedan contigo, sin darte falsas esperanzas mientras se ríen con sus amigas de lo pringado que eres ¡Ja! Ciencia ficción. Y como no, seguro que los productores cambian el final, imponiendo uno con boda, amigos satisfechos y langostinos con mayonesa.
Odio los finales felices

domingo, 7 de junio de 2009