miércoles, 25 de junio de 2008

Refrigerador


La razón fundamental para tener un refrigerador es poder mantener los alimentos fríos. Las bajas temperaturas ayudan a conservar la comida fresca durante más tiempo con lo que la idea básica detrás de la refrigeración es retardar la actividad de descomposición de las bacterias. Por ejemplo, las bacterias pueden echar a perder la leche en dos o tres horas si la dejamos en la cocina a temperatura ambiente, pero sin embargo al reducir su temperatura, la leche puede permanecer fresca durante una semana. La baja temperatura dentro del refrigerador reduce la actividad bacterial drásticamente. Yo nunca tuve refrigerador, pero te tuve a ti para guardar mi corazón ¿Pero por qué no se conserva igual? ¿Por qué se marchita lentamente? ¿Porque se ha vuelto de color negro? En un arrebato loco te hice la cancerbera de mis entretelas confiando en la frialdad de tu interior para preservar el cetro de mis entrañas. Quizás tú me lo hayas contaminado, pudriéndolo no por la falta de frío, sino por tus persistentes engaños, emponzoñándolo con tus argucias atemporales. Tu desdén se extiende por el miocardio y me gangrena el alma, y para esta intoxicación no encuentro farmacia que me venda cipro sin receta. Que estúpido fui. Me dejé engañar por tus besos lentos y diluidos.

Por favor, cuando hayas acabado con el no lo tires a la basura, échalo a reciclar.

viernes, 13 de junio de 2008

Deidades


Sentado en un restaurante chino las cosas son menos reales de lo que parecen. El olor, el sonido, la textura. La enajenación psicodélica de un pan de gambas, el brillo de la comisura de la sonrisa de un buda. Confinado en una esquina suena un móvil, pero no lo cojo, porque estoy en un restaurante chino, y un restaurante chino hay que ser educado. Y para educada la china que me sirve. Seguro que sabe que soy el dueño de los hongos del parque y por eso me trata tan bien. La próxima vez que venga a preguntarme que quiero le pediré que cambie el hilo musical. Porque contrariamente a lo que se cree a un chino no se va a comer, se va a escuchar la música, y hoy me apetece otra cosa. Quizás le pida algo de Elmer Berstein. La de los 7 magníficos estaría bien. Pero estoy en un chino. A lo mejor se confunden y me ponen la de los 7 samuráis. No es que me queje, pero de Kurosawa es que prefiero Yojimbo. Su protagonista era más duro. Tan duro que seguro que ni tenía pelusillas en el ombligo. Yo sin embargo si que tengo. Y no por no ser lo bastante duro, sino por pertenecer a ese tipo de personas que en vez de ombligo tienen una sima. Una vez sacando pelusas saqué el rifle de un madelman, el borrador de la renta del 98 y la película de Conan en VHS, una de mis películas preferidas y con un malo que me recuerda a mi ex - mujer, a la que por cierto no le gustaban los chinos. Pero es que a esa mujer no le gustaba nada. Era un vórtice de entropía. Un puzzle biológico increíblemente intrincado que odiaba los perros, el verano y los libros de Terry Pratchett. Por momentos incluso se odiaba a sí misma. Y es que se pueden odiar muchas cosas, pero lo de esa hembra era ya puro vicio. Yo por ejemplo odio quedarme sin ideas para escribir, sin inspiración. Por eso cada vez que se me ocurre algo lo apunto en un papel y lo meto en un tarro, al que he bautizado como “Tarro del odio”. Un bote de cristal que ha disminuido su calidad de vida sensiblemente, pues ha pasado de contener mantequilla de cacahuete a mis ideas. Es decir de contener una estupidez a contener cientos. El pobre ha pasado a ser el objeto hazmerreír de mi cocina, junto a aquel frasco que contenía un poco de niebla matinal. Aunque este último se siente aún mas desgraciado, ya que leyó en el diario que no hace mucho en Alemania se vendió otro bote con niebla que perteneció a Adolf Hitler por 100.000 dólares. ¡100.000 dólares! Vaya un agravio comparativo. Y todo por haber estado en una estantería de la cocina de un señor con alergia. Yo también tengo alergia, aunque la mía no es a los judíos, sino a la primavera. Supongo que eso es menos espectacular. El problema es que mi alergia dura todo el año. Debo ser el único ser humano que vive una primavera de 12 meses. La única primavera con la que puedo es con la de los rollitos. Y aquí los hacen exquisitos. Además son como los huevos kinder y dentro traen una sorpresa. El otro día me salió la peluca de un playmobil, y ayer la tecla de un spectrum. La “q”. Al pobre que se le haya perdido la tecla ya no podrá jugar. La faltará el botón para ir a la izquierda. Una putada si juegas al “Manic miner”, un juego sin final, lo único que tenía que no me gustaba, o en este caso que no tenía. Y es que yo disfruto empezando las cosas por el final: ver primero el final de una película, comerme antes el postre, romper con una pareja antes de empezar. Lo intento empezar todo por el final, y lo último que he conseguido es tener un orgasmo antes de eyacular. Magnífico. Altamente recomendable. Aunque, por la cara que puso la chica no creo que a ella le gustase tanto. Y no entiendo por que. Soy un visionario. Mi foto debería salir en las enciclopedias. Junto a la del papa o a la del tipo que inventó el water, un invento a la altura de la pólvora, que por cierto inventaron los chinos. Esa gente si que inventó cosas: la brújula, la porcelana, la cometa…Pero que demonios, su mejor invento sin lugar a dudas fue la salsa agridulce ¡Abuela! ¡Esto está de muerte!

martes, 3 de junio de 2008

La sonrisa de la luna


He hablado con mi abogado y hemos establecido un acuerdo con la luna.
Ella sonreirá cada vez que me regales un ósculo.
En tus manos está hacerla feliz.