martes, 25 de diciembre de 2007

CONVERSACIONES ENTRE EPI Y BLAS


-¡Blas! ¡Blas! ¿Estás despierto, Blas?
-Si Epi… ¿Qué quieres…?
-Oye Blas, ¿Has notado que hace mucho frío esta noche, Blas?
-Normal Epi,…es invierno…en invierno hace frío
-Ahh….y oye Blas, ¿Eso que hay en los escaparates que tiene un niño, una burra y un buey? ¿Eso que es?
-Eso se llama portal de Belén Epi…, la gente tiene por costumbre ponerlo en estas fechas de forma ornamental…
-Y Blas, Blas, ¿Que es eso que se come, que se te deshace en las manos y no hay manera de tragarse sin que te ahogues jugándote la vida peligrosamente en ello?
-Polvorones Epi, polvorones…
-¿Y Blas, que es eso que inunda las calles y embriaga a las personas y hace que quieran ser mejores, Blas?
-Hipocresía Epi…, eso se llama hipocresía.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

LUDOVICO


Ludovico Pío es quizás mi personaje histórico favorito. Emperador de Occidente en el siglo IX y rey de los francos durante veinticinco años. Un triunfador, pero a la vez un incomprendido. Ludovico era un alma errante, un solitario con fama de sanguinario pero lleno de bondad, que, como buen padre, pretendió la justa división de su imperio entre sus hijos, pero estos sarnosos desgraciados, en una avaricia sin mesura, le declararon la guerra en agradecimiento. Cría cuervos.
En eso nos parecemos mucho. El era atormentado por sus hijos, y yo por las hembras de mi especie. El pretendía la equitativa división de su imperio entre sus hijos, y yo la de mi cuerpo entre las féminas. Justicia e imparcialidad para todas las partes. Ambos comprendimos demasiado tarde que nuestras buenas intenciones caen en saco roto, que la codicia es innata en el homo sapiens, que ya va escrita en nuestro código genético aritméticamente. Aunque el no supiera lo que es la adenina o una citosina comprendió que la miseria esta dentro de nosotros, incrustada en algún sitio, probablemente al lado del colon. Que es un defecto que ya viene de fábrica, como esa costura que tenemos que va desde el ojete hasta la trompa, y que nos acompaña desde que somos expulsados del vientre materno hasta que la lápida se posa sobre nuestras cabezas o, en el caso de tratarse de una bruja, ardes en la hoguera. Un rasgo que afecta a todos en mayor o menor medida, como la gripe o las flatulencias, sin tener en cuenta el sexo o la raza, la condición o la religión. Pero Ludovico y yo lo comprendimos tarde. No importaba lo sanas que fueran nuestras intenciones. Ellos querrían más.
Asediado por la tristeza de la traición se recluyó en un monasterio, dedicándose al cultivo de hortalizas, pensando que las verduras serían mejor compañía, y en algunos casos aportaría mejor conversación, que el ser humano. Yo por mi parte también me recluí. Me exilié en mi soledad ficticia y en mi acomodo burgués, rumiando la inquina de las mujeres, centrifugando mis pensamientos creyendo que por eso iba a ser mejor persona, intentando convertirme en el discípulo aventajado de House.
Falsas expectativas.
Ludovico y yo hemos sido almas gemelas separadas por mil años en el tiempo. Almas afónicas y desafortunadas de conquistadores imperialistas presuntuosos que se desmoronan como peleles de trapo.

Ludovico murió una tarde de Junio, víctima de un ataque de pánico durante un eclipse de sol.
Yo espero morir de un ataque de histeria en un concierto de los Depeche Mode.

viernes, 14 de diciembre de 2007

MI PRIMERA VEZ


Hasta aquella tarde de domingo no había tenido la oportunidad de probarlo, y mi escaso conocimiento sobre el tema se basaba en lo que había visto por la tele, lo que había leído o lo que me habían contado los amigos, pero por fin, después de tanto tiempo había llegado el momento de hacerlo, y tengo que reconocer que estaba muy nervioso. Solo tenía dudas. ¿Lo haría bien? ¿Se notaría mi inexperiencia? ¿Le gustaría a los demás? Todos mis amigos ya lo habían hecho, y solo quedaba yo por estrenarme. Cada uno tenía su versión. Hay quien decía que fue doloroso, quién no duró nada, quien tardó en repetir…, pero todos coincidían en que les encantó. Yo por ser el último siempre había sido el objeto de las burlas durante las reuniones, y es que nadie entendía como a mis veintimuchos tacos todavía no me había estrenado. Ellos no entendían que yo quería que fuera algo especial, que no me valía con cualquier cosa. Tenía que ser algo que siempre recordara.
Y al fin llegó ese momento.
Tembloroso como un adolescente le quité el precinto a la caja y leí las instrucciones. Una pierna por aquí, otra allí, a ver que lea otra vez las instrucciones, meter, sacar, un golpe… ¡Y listo!
¡Después de tanto tiempo por fin lo había hecho! ¡Por fin lo había conseguido!¡Felizmente me había estrenado!¡Jolgorio!¡Albricias y zapatiestas!

¡Por fin había armado un armarito de Ikea para mis Warhammers!

miércoles, 5 de diciembre de 2007

COLECCIONES


Monedas oxidadas
Delirios viejos
Telarañas en el ratón
El álbum de la liga de panini
Los disfraces de Mortadelo
Calabazas
Multas por zona azul
Besos
Barras de roll on
Islas paradisíacas
discos de Silvio Rodríguez
Fotos de la tarasca
Muñecogomas
Suspiros
Versiones de Blade Runner
Portadas del As
Lagunas secas
Distintos tonos de amarillo
Galletas maría
Leyendas
Piel de famosos
Cerillas
Pijamas llenos
Botes de nocilla
Emisoras de la FM
Los bastones de House
Improperios en los atascos
La filmografía de Silvia Saint
Secretos
Felicitaciones de cumpleaños
Felicitaciones de defunción

La vida es como las colecciones: Un itinerario de obsesiones que siempre dejas a medias.