miércoles, 1 de junio de 2011

Cuando hagas el amor deja un diccionario en tu mesilla de noche.


Yacía sobre aquella mujer cercano a la medianoche. 1,67 de sureña sensualidad. Ella insultantemente hermosa, yo solo en la noche, y casi sin quererlo se convirtió en una cómplice de pasajes imaginarios en el encuentro del afecto de dos corazones con mil derrotas. Extraña eventualidad que une dos cuerpos desnudos, una danza de hormonas a ritmo endiablado, y cuando con un regocijo eléctrico se haya en vísperas del orgasmo, con aspavientos grita:
-¡Dime guarrerías!
Me paro en seco, contengo multitudes, hago el silencio, y tras unos incómodos segundos solo acierto a decirle de forma vacilante:
-Moco, vómito, basura…
Creo que no apuntó bien mi teléfono. Nunca más me volvió a llamar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

solo por esa contestación yo sí te volvería a llamar...