lunes, 4 de abril de 2011

Eran 100 m2


Con un suspiro cerró su cuaderno y se derramó sobre el banco. Apenas quedaba luz para escribir en la calle, así que decidió recoger sus cosas volver a casa. Para eso tomó el autobús nº 5, línea de transporte público con mala rima.
La tarde no había sido demasiado fecunda, como venía siendo costumbre, pero no quería seguir pensando sobre ello. Quería llegar a casa, abrir una cerveza y ver cualquier penoso programa de televisión. Odiaba la figura del escritor atormentado, pero la que más se le acercaba tras la de suicida en potencia.
Ya en su apartamento entró y fue directo a la cocina a por un zumo de cebada que le refrescara el gaznate. Parece que no pero pensar mucha sed. El suave burbujeo se deslizó por su garganta. Amargo helor bajado del cielo. Y justo cuando ese primer trago desaparece de tus papilas gustativas abrió los ojos y se fijó en el frigorífico. Había algo raro en él. El mismo aspecto, el mismo tacto, el mismo olor a difunto en su interior pero diferente. Era igual pero se lo habían cambiado. Con el gesto torcido y la cerveza en la mano se sentó en una silla para observarlo más detalladamente, cuando se dio cuenta de que la silla era igual, pero no era la misma. De hecho toda la cocina era igual pero no era la misma. El espanto hizo que dejara caer la botella. Su respiración aumentaba, su corazón se aceleraba. A trompicones entró en el salón y comenzó a rebuscar en los cajones en un intento de encontrar un ansiolítico que lo alejará de la ¿realidad?. Allí estaban, en su caja de diazepam 5 miligramos, pero esas pastillas no eran las suyas. Eran iguales, pero no eran las suyas. Todo el salón era como el suyo, pero no era el suyo. Todo el apartamento era como el suyo pero no era el suyo.
Nervioso cogió el móvil, que era como el suyo pero no era el suyo, buscó en la agenda el número de su novia y presionó la tecla de llamar. Tras sonar los tres tonos más largos de la historia una voz femenina contestó.
-¿Si, dígame?
-¿Cariño? Soy yo. Algo raro está pasando. No se dónde estoy. Estoy en mi casa...bueno, en una casa que parece mi casa pero que no es mi casa. Es muy raro. Alguien ha cambiado mis cosas por cosas como las mías. Lo parecen pero sé que no son las mías. Sé que parece raro lo que te estoy diciendo, creo que me estoy volviendo loco. Por favor, necesito que vengas a recogerme.
-Perdona, pero ¿me puedes decir quién eres?

2 comentarios:

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