domingo, 27 de abril de 2008

Resaca


Esta mañana me he despertado con resaca.

Resaca producto de la demoníaca combinación de cebada y malta. ¿Como es posible que un inocente cocktail de cereales cause tal desastre en un organismo?
En este estado semivegetativo, causado por la masiva ingesta de alcohol de anoche, mis neuronas comenzaron un trabajo por cuenta propia de recopilación y análisis existencial en términos Freudianos, llegando a innecesarias y estúpidas conclusiones. Esta resaca me ha hecho ver que me estoy haciendo viejo.
Es curioso que el rutinario ritmo diario de mi perezosa vida no me haya dejado ser consciente de semejante obviedad, y que haya tenido que ser una maldita resaca dominical la que me haya abierto los ojos a traición. Y todo se debe a que hasta esta mañana no me había dado cuenta de la relación directa existente entre el envejecimiento y el etilismo, reflejada principalmente en la disminución de la cantidad y calidad de mis resacas. Unas copas y a la mañana siguiente te sientes tan añoso como las maquetas de Ray Harryhausen....
La relación entre el alcohol y este declive puede parecer rebuscada, pero es perfectamente explicable con breves ejemplos.
Ejemplo 1. No hace mucho la asiduidad de mis citas con la barra era mucho mas habitual que ahora, incluso frecuente, sin embargo hoy día dos borracheras consecutivas se ha convertido en una quimera. Mi organismo me ha traicionado y carece de su antigua capacidad de gestión y recuperación, alargando las resacas agónicamente en el espacio y en el tiempo.
Ejemplo 2. Hubo un tiempo en el que las jumeras eran todo un acto de práctica e integración en la sociedad. Desgraciadamente en la actualidad el desarrollo de la ebriedad suele producirse en singular, hecho achacable mayormente a las responsabilidades adquiridas por mis antiguos socios de juma y por la falta de las mismas por mi parte.
Ejemplo 3. Antaño el ritual etílico solía comenzar de madrugada y prolongarse hasta horas intempestivas, incluido el alba, culminándose con los tradicionales “churros” en un banco de la plaza del pueblo. Hoy sin embargo, mis ingestas de alcohol suelen comenzar con el telediario de Matías Prats y terminar con “el larguero”. Así de breves y patéticas. Además esos churros matutinos acabarían deslizándose por mis arterias como una silente bomba de colesterol esperando el momento adecuado para estallar, lo que es a todas luces contraproducente.

Conclusión. Me hago viejo.
Y no se que parte de mi vida es mas triste, si el hecho de no haber aceptado el inexorable paso del tiempo, o que me de cuenta de ello mientras divago durante un domingo de resaca.

sábado, 19 de abril de 2008

Amén de la estadística


Afortunadamente para la alegría y regocijo de todos los mortales en los albores de la humanidad nos fue concedido un maravilloso regalo divino a todas luces inmerecido, y que en el siglo XVIII fue bautizado para todos con el glorioso nombre de ESTADISTICA.
Para el que sea lego en el tema decir que la estadística es la pizpireta ciencia que se refiere a la recolección, estudio e interpretación de los datos obtenidos en un estudio, convirtiéndose esta en la cutícula que realmente nos hace participes del calidoscopio de la sociedad. Uno no es verdadero ciudadano hasta que forma parte de una estadística. ¡Joder, si no formas parte de una estadística no eres nadie!
El denostado valor del producto de los estudios nos confiere la identidad propia que nos difiere y a la vez nos encasilla dentro de un marco sociológico, perpetuándonos sin que nosotros lo sepamos en las páginas de la historia.
¿Pero para que demonios sirve la estadística? Dirán los necios. Esta disciplina, a pesar de su frialdad ofrece la cálida emoción de los entresijos numéricos en las cuatro virtudes del cómputo. Es la conocida como regla de las 4 C

Creatividad: La estadística es el arte de decir lo que te sale de los cojones.
Conocimiento: Si mi vecino tiene un coche y yo ninguno, ambos tenemos un coche.
Compromiso: Determinadas estadísticas hay que bajarlas (o que subirlas). Todo sea por orgullo (o por vergüenza)
Culpa: Siempre es posible echarle la culpa de algo a la estadística.

Es por lo tanto esta la rama de conocimiento más versátil y coloreada, siendo capaz de usarte al antojo y hasta sin criterio por todo tipo de individuos, sin distinción de raza, credo o condición en un alarde de universalidad conformando a todo el personal.

Lo reconozco y lo admito. Yo he sido persuadido por la estadística.

Bonus track

Estadísticas a las pertenezco:

-al 59% de los españoles que odian los espárragos
-al 37 % de la población mundial que mastica chicle de fresa
-al 3,2 % de los frikis que le gustó “La amenaza fantasma”
-al 43% de los hombres que prefieren la braga al tanga
-al 7% de los inocentones que se creen las estadísticas

miércoles, 9 de abril de 2008

Que bonita es la amnesia


Que bonita es la amnesia. Pobrecita, no la valoran.
Quizás sea la palabra más bonita del castellano y sin dudarlo la mejor de las condiciones de memoria alterada.
Con la amnesia son todo ventajas.
Con la amnesia puedes repetir. Sentir de nuevo una primera vez: el primer roce de tus labios, el primer olor de tu pelo, la primera vez que escuchamos a Frank Zappa, tu primera infidelidad…También sirve para olvidar. Para olvidar tu robo, para olvidar tus gruñidos, para olvidar que deseo tenerte. “Que canción tan bonita, la has cantado muy bien…” Bendita amnesia…
La amnesia es sentir el placer de unas neuronas que patinan, el disfrute del último recurso de unas células que estrujan la poca dopamina que les queda. Un nuevo sentimiento.
Y así me encuentro. Corriendo en círculos para encontrarme contigo y no recuerdo por qué. Ni tan siquiera me acuerdo de por qué me gusta el amarillo.
Mi pensamiento es un enredo de telaraña formada por pensamientos que cuelgan como de un árbol de navidad de forma arbitraria ¿Pero por qué en tan pocos apareces tú?
Ráfagas descoordinados de aquí para allá atravesando la soledad de una mente de recuerdos extraviados que dejan a su paso una estela con forma de interrogante. ¿Por qué te quería? ¿Por qué tu sonrisa me parece tan malévola? ¿Por qué me cautiva tanto la palabra “culo”? Enigmáticas cuestiones que bien poco me importan cuando veo por primera vez el gol de Zidane en la final de la liga de campeones. ¡¿Como es posible que no recuerde esa obra de arte?! Seguro que no me dejaste ver ese partido.
Te miro y te veo de un color ocre, como en las fotos antiguas, como si fueras de hace mucho tiempo, y aunque me mires solícita e inocente, como una princesa con vestido nuevo, no me entusiasmas. Me recuerdas a Circe, y me da miedo que me conviertas en cerdo.
Que bendición es la amnesia. Una segunda oportunidad fortuita. La cara B de un Lp inédito. El final alternativo en el DVD de extras.

Que pena que la amnesia no sea compartida. Así tú también podrías olvidarte de mí.

miércoles, 2 de abril de 2008

Arcángel


Allí estaba, como siempre, en la puerta del Edén. Solitario, eterno, impasible. Con sus alas recogidas y el mentón entre las rodillas. Un arcángel mirón que vigila la tierra con los ojos tristes, como un Gran Hermano celestial que anhela bajar. Tiene para si toda la eternidad. Una eternidad de vacío, de soledad, de perfección, de infinito. Pero el cambiaba ese infinito por otro: el de la estupidez de los hombres. Sus alas y su vida eterna a cambio del placer de una buena resaca, el disfrute de un resfriado o el agradable sabor de un beso no correspondido. Millones de años viendo desde su trono celeste el desastre, el vicio, la conjura. El quiere ser participe de esa autodestrucción. La quiere.
Pero solo tiene una eternidad de aburrimiento.
A la hora del reparto el mejor de los trabajos se lo quedaron los ángeles vengadores, pero gracias a los hombres hace centurias que estos forman cola en la puerta del INEM.
El arcángel quiere nadar entre oscuras maravillas, ser poseedor de pecados secretos que tiñan su corazón de pardo y tener una conciencia que callar y que chantajear. ¿Qué valor tiene una eternidad de aburrimiento pudiendo disfrutar de desolación y tristezas? Quiere extender sus alas, perder su corona y sangrar como Sansón. El cielo es un lugar abandonado.
Ese hijo del cielo quiere que lo liberen y lo dejen ir. Huir a la ruina de la tierra prometida. Ser una estrella de rock, escritor, director de cine de serie B o un simple vagabundo.

Le queda el resto de la eternidad para desearlo.