martes, 9 de agosto de 2011

El porqué no debes tirarle los tejos a esa pelirroja operada de tu oficina.


Dentro de toda la sabiduría paterna transmitida a lo largo de generaciones por parte de los progenitores se encuentra un dogma acuñado por mi padre, un señor con bigote, que se encuentra por encima del resto de enseñanzas espirituales y que puede resumirse en una sencilla oración: Donde tengas la olla no metas la polla.
Tan prosaico verso es el resumen de un conjunto de lapidarios consejos y la punta de lanza de toda una forma de vida.
Con esta sentencia mi estimado padre venia a resaltar el cuidado con el que se deben tratar las relaciones interpersonales con miembros del sexo opuesto, siempre desde las connotaciones de conquista vaginal. Hay que navegar con celo por los procelosos mares del arborecer sexual profesional.
Emprender una relación siempre es una arriesgada empresa, pero el riesgo se multiplica exponencialmente cuando se trata de compañeros de trabajo. El motivo es bien sencillo. Las XX son un subgénero más evolucionado dentro de la raza humana, mientras que los XY adolecemos de ser las más simples criaturas de la creación que funcionamos a través de pequeños estímulos. A ellas la naturaleza las convirtió en feroces criaturas con un intrincado laberinto genético. Las relaciones entre humanos son complicadas por definición, y si a ello le añadimos la posibilidad de continuar con reproches laborales en el hogar y viceversa el producto de la ecuación es a todas luces desalentador.
Pero esta máxima no solo se aplica a la búsqueda de la madre de tus hijos. En relaciones puramente lúdicas la complejidad también se multiplica. En estos casos el nivel de perfección al que se tiene que llevar el acto implica un importante estrés postraumático. Además, en el caso de no satisfacer correctamente a la fémina esta información se extenderá rápida como la pólvora entre el resto de compañeras. Las miradas de escarnio y desaprobación serán una constante en tu vida.
Tal vez debería haber dejado de ser un rebelde adolescente a mis treinta años y haberle hecho más caso a mi padre. Solo tal vez...

Nota: Entrada reciclada de un capítulo de Sulfamidas. Si,y qué. Es verano. La tele repone programas, la radio repone conciertos, los periódicos reponen las mismas noticias de todos los veranos, ¿por qué voy a ser yo menos?