miércoles, 2 de abril de 2008

Arcángel


Allí estaba, como siempre, en la puerta del Edén. Solitario, eterno, impasible. Con sus alas recogidas y el mentón entre las rodillas. Un arcángel mirón que vigila la tierra con los ojos tristes, como un Gran Hermano celestial que anhela bajar. Tiene para si toda la eternidad. Una eternidad de vacío, de soledad, de perfección, de infinito. Pero el cambiaba ese infinito por otro: el de la estupidez de los hombres. Sus alas y su vida eterna a cambio del placer de una buena resaca, el disfrute de un resfriado o el agradable sabor de un beso no correspondido. Millones de años viendo desde su trono celeste el desastre, el vicio, la conjura. El quiere ser participe de esa autodestrucción. La quiere.
Pero solo tiene una eternidad de aburrimiento.
A la hora del reparto el mejor de los trabajos se lo quedaron los ángeles vengadores, pero gracias a los hombres hace centurias que estos forman cola en la puerta del INEM.
El arcángel quiere nadar entre oscuras maravillas, ser poseedor de pecados secretos que tiñan su corazón de pardo y tener una conciencia que callar y que chantajear. ¿Qué valor tiene una eternidad de aburrimiento pudiendo disfrutar de desolación y tristezas? Quiere extender sus alas, perder su corona y sangrar como Sansón. El cielo es un lugar abandonado.
Ese hijo del cielo quiere que lo liberen y lo dejen ir. Huir a la ruina de la tierra prometida. Ser una estrella de rock, escritor, director de cine de serie B o un simple vagabundo.

Le queda el resto de la eternidad para desearlo.

2 comentarios:

confin dijo...

pobres elfos inmortales en tierras imperecederas. el castigo eterno. Prometeo en el Cáucaso. El roer. El hígado.


Primo, vente a Bcn un finde.

Sulfamidas Smith dijo...

Es una oferta irrechazable, y ten por seguro que en cuanto ordene mi vida me teletransportaré a tu campo de operaciones.
Aprovecho para recordarte que teneis una visita pendiente a la tierra mora.