domingo, 31 de mayo de 2009

Un banco, un reloj y un elemento casi onírico


De nuevo se retrasaba. No era la primera vez que lo hacía, y a pesar de todo el joven permanecía sentado en un viejo banco mientras la esperaba. Pero ella no aparecía, y aunque ya estaba acostumbrado no conseguía sacudirse de encima la inquietud. Se preguntaba porqué lo hacía y se prometía que no le volvería a pasar. “5 minutos más”, murmullaba mientras de refilón miraba a su derecha, buscándola entre los posibles caminos que ella podía tomar, esperando que apareciese de un momento a otro con su bolso rojo y sonriendo, no dándole importancia a su retraso. La esperaba ansioso, como una guitarra a una melodía, suspirando mientras la luz se volvía más tenue, enumerando las hijas de Nereo para intentar distraerse, mientras los sentimientos se encontraban sin saber que hacer, si quererla u odiarla.
La tarde daba sus estertores finales y desesperado volvía a mirar el reloj una última vez, el cual marcaba de forma lastimera las 10 y 10, aunque a el más bien le pareció que su reloj no marcaba la hora, sino que le dedica una sarcástica y socarrona sonrisa mientras se burlaba de su candidez.

3 comentarios:

tequila dijo...

dicen que la esperanza es lo último que sepierde y en esto de los amoríos y citas más aún... Suerte no tener que vivirlo de nuevo, aunque supongo que ahora no esperaría, como mucho (si el corazón anda desbocado) pasaría por allí, como quien no quiere la cosa, y sin detener el paso.
me recordó un poema de Becquer...

Besos.
Me ha gustado mucho ;)

Ladril dijo...

Tío... tú me has plagiado xD

Sulfamidas Smith dijo...

Y sin saberlo, que tiene más mérito.
Ahora lo llaman homenaje. Le da empaque.