sábado, 16 de mayo de 2009

¿Que hay en la caja?



Las manos quieren atrapar. Costumbre de nuestros antepasados que conservamos como vestigio evolutivo. Todo remanece de cuando atrapábamos peces y perseguíamos pequeños mamíferos. Por eso las manos están inquietas. Por eso hurgo en internet. Por eso escribo. Ayer las entretenía con pintas de distintas tonalidades en bares de la comarca, hoy leo diarios electrónicos bajo una bombilla de 60 ws. Una foto del Presidente circunflejo a la izquierda, gripe puerca a la derecha. Un mismo proceso de lavado y secado. Tanta estupidez me hace pensar que el planeta se haya desalineado, así que dejo de leer. Prefiero escribir. Al blog. Con mi ego.
Empecé el blog porque un amigo me dijo que follaría más, pero puedo asegurar que follo incluso menos. Una falacia. Pero no me sorprende, mi vida se cimenta sobre la mentira: de amor, de odio, de indignación. No soy un adicto a la mentira, sino que me gusta cambiar la verdad. Me obsesiona, y cuando algo me obsesiona soy capaz de cuadrar el círculo. Tan obsesivo que es sospechoso. Tan obsesivo como las canciones que escuchas en la radio y no puedes dejar de tararear. Y esto no es ninguna tontería. Una canción de los Beta Band puede enganchar tanto como la heroína, canturreándolas sin querer en el metro. Adictivo y patético. Solo tan patético como lo es emborracharse un sábado por la noche en casa de tu madre. Hay quien dice que si lo hace es por llevar la contraria. Yo para llevar la contraria prefiero inhalar dióxido de carbono y exhalar oxígeno. Eso aprendí a hacerlo porque a mi novia le fastidiaba. No puedo evitarlo, así funciona mi mente, siempre intentando fastidiar, siempre conspirando, como un humo aplastado agazapado tras una cortina. Y tan terco soy que si se trata de molestar soy capaz de emular el ciclo fotosintético de las plantas aunque mis conocimientos sobre botánica se reduzcan a derivados de la belladona y venenos en general.
Pero no es maldad, son mis manos, que unas veces zalameras y otras traicioneras no se pueden estar quietas tratando de deshacer nudos en la garganta.

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