viernes, 4 de julio de 2008

Maldita evolución


Definitivamente, la evolución es una dama pérfida y consentida.
Darwin debe de estar descacharrándose en su tumba viendo como esa teoría que inventó nos maldice con un estúpido instinto de perpetuación de la especie que constantemente nos impulsa a cometer todo un catálogo de tonterías. Un cúmulo de hormonas agitadas, no mezcladas, que promueven todo tipo de actuaciones con gran carga de patetismo por un mero e instintivo afán de transmisión de material genético.
A pesar de mi intelecto privilegiado y mi capacidad para hablar 4 idiomas, escuchar 7 emisoras de radio a la vez y terminar el cubo de Rubick mientras leo la columna de Umbral, ante una presencia femenina me veo reducido al mínimo común denominador como el resto de mortales, apareciendo en mi una serie de arritmias, sudoraciones varias y comportamientos malsanos.
Esto sin ir más lejos, me ocurrió ayer por la tarde, mientras tomaba café, tranquila y plácidamente. Hasta que dos pechos wonderbrarizados embutidos en un jersey de “mango” con escaso margen para la imaginación se sentaron junto a mí, provocando una reacción química en cadena de origen en mis pantalones y rápida propagación vía linfática. Educadamente le pedí el azucarero y ella amablemente me lo cedió, algo que no tendría nada de especial sino fuera porque después de hacerlo en 8 ocasiones en el centro de mi taza se había formado ya un islote de azúcar digno de ser colonizado por cualquier explorador despistado que pasara por allí. Ella miraba mi taza con gesto fruncido y aprovechando la coyuntura me lancé a entablar conversación con ella, pero creo que la extinción del lince ibérico no era un tema de su dominio. Yo estaba dispuesto a gastar toda mi artillería en la conquista de esa hembra, pero el doble de Conan que apareció de entre las sombras y le dejó caer el brazo por encima me disuadió de hacerlo. Y es que a pesar de mi mas de metro ochenta no dejo de ser un enclenque productor de masturbaciones compulsivas. Para colmo de desgracias el tipo en cuestión era dueño-regente de la cafetería, así que aunando discreción y agilidad me escabullí de allí, mientras por el rabillo del ojo veía como esa mole venía a por mí. Hoy día sigo sin saber si era por la chica o porque no pagué la cuenta, en cualquier caso era poco sensato quedarse para averiguarlo. Calle abajo conseguí esquivarlo metiéndome por una puerta entreabierta que vi en el callejón, pero no se si quizá hubiera sido mejor quedarme como saco de boxeo del tipo porque lo que se escondía tras la puerta era un maratón de cine de Lars Von Trier. Puede que sea un cobarde, es más, con rotundidad lo afirmo, pero toda persona tiene un límite, y después de ver 3 veces la película de Bjork, con sus respectivas mesas redondas posteriores, encontré el mío, aunque quizás expresarlo gritando “¡Pero, por favor, pero si es una mierda!” no creo que fuera lo más sensato. Cientos de fanboys me miraron con los ojos desorbitados, y en apenas unas décimas de segundo toda una legión de acólitos de Lars me perseguía. Y cuando crees que las cosas no pueden ir a peor, va un desfile de seguidores confesos de Thomas Vinterberg y se cruza en tu camino, y claro por el bien del cine Dogma hacen piña y se persigue al hereje. Menos mal que la calle desembocaba en una terraza donde estaban sentados José Luis Garci y Rodrigo Rato tomando una cerveza y al ver el embrollo en el que me encontraba el Sr. Rato se puso en pie y, haciendo gala de su contrastada bondad, comenzó a cantar el Nessum dorma de Turandot, porque por todos es bien conocido que la música amansa a las fieras, más si es la música de una ópera de Puccini. Para celebrarlo y en forma de agradecimiento decidí invitarlos a un concierto de Hevia que se celebraba dos calles mas abajo, y allá fuimos como tres mosqueteros galaicos.
El concierto estuvo muy bien y la gaita del artista me recordó mis orígenes escoceses. Y no porque mis antepasados nacieran en Escocia y lucieran el famoso kilt con la elegancia de Marilyn, o porque mi bisabuelo fuera un alcohólico apasionado del whisky del malta, sino porque yo soy el último descendiente directo vivo del monstruo del lago Ness en su séptima generación. Resulta que mi tataratatarabuela visitó las Highlands en su juventud, y en una noche loca conoció a Nessi. Un par de whiskys, la labia escocesa…y el resto es historia.
Y es que hay que tener cuidado con los whiskys, porque whisky va y whisky viene y a la mañana siguiente te despiertas con dolor de cabeza en un banco del parque, con pajarita, sin pantalones y con una foto de Gene Kelly en la cartera en vez de dinero, que es como acabo de amanecer.
Moraleja: Nunca te fíes de la sonrisa de un reputado director de cine y de la afabilidad de un ex ministro de Economía y Hacienda.

2 comentarios:

tequila dijo...

caballero es usted simple y llanamente GENIAL
lo que me he reido!!!

Sería usted la pareja perfecta de cualquier XX: ser capaz de hablar varios idiomas ,mientras la escucha , aplicar sus dotes manuales a otros menesteres aunque este leyeno el periódico...descendiente de una leyenda viva y relaccionado con políticos y cineastas...
tenga cuidado no se sepa o la próxima vez que salga a la calle una multitud de desesperadas mujeres no le dejarán puerta por la que escapar.

Besos

Sulfamidas Smith dijo...

Bien es cierto que poseo todo un repertorio de singulares cualidades e intelecto sin par pero para mi desgracia físicamente me parezco a mi tataratataraabuelo de Escocia. Esta cara mia no es quizás la más adecuada para ligar pero en tiempos pasados me reportó pequeños papeles en el mundo del cine. Tal vez me recuerde de películas como "Gremlins", "Gremnlins II: La nueva generación" o "La tienda de los horrores"