viernes, 4 de enero de 2008

CARTAS


Esta mañana encontré un cajón donde guardaba tus viejas cartas, cartas llenas de adjetivos rebuscados que con tinta emponzoña me escribías. Me hiciste recordar.
En ellas no decías más que mentiras, que me querías o que no te olvidarías. No se a quien pretendías engañar, solo eran palabras tiznadas de cinismo, porque todos sabíamos como acabaría; un final tan predecible como el de una mala película de amor (¿o de odio?) Aún quedan en ellas letras emborronadas por lágrimas de ciencia ficción, que con pasmosa facilidad brotaban y atravesaban tus mejillas periódicamente, mientras el lápiz de ojos se derramaba por tu cara tiñéndola de pardo, igual que hacia mi corazón con tu frívola actitud.
No dudabas en recurrir con desvergüenza a tus viejas argucias, usando el chantaje emocional tan bien como D´artagnan su afilada espada, hiriéndome sin remordimiento, vanagloriándote de tu gran amor hacia mí. Reclamo para ti el oscar a la mejor actriz dramática.
Tus cartas…Ojalá te las hubieras llevado contigo, igual que hiciste con mi dignidad, mi corazón y mi coche.

Pero hoy he recibido la carta que tanto deseaba ver llegar. La invitación a tu funeral.

2 comentarios:

confin dijo...

Imagínate que la tía te escribe en la carta que si quieres compartir epitafio con ella.

Sulfamidas Smith dijo...

Pues educadamente declinaria la invitación y le enviaría un ósculo a la tumba.