martes, 4 de septiembre de 2007

EL UNIVERSO ¿DIGAME?



Estaba el otro día sentado hojeando una revista mientras esperaba a que mi colega Rufus terminara su acostumbrada sesión de terapia, que como cada miércoles tomaba durante cuarenta y cinco minutos por el tema de sus problemas con la ira, cuando de repente un artículo situado a pie de página llamó poderosamente mi atención. En realidad lo que llamó mi atención fue un anuncio de sostenes que había en la página contigua, pero irremediablemente una cosa llevó a la otra. El artículo en cuestión hablaba de la infinidad del universo. Hasta ese momento lo único infinito de lo que había tenido conciencia era de mi hipoteca, con lo cual la dichosa revista me dio que pensar. Ese artículo venía a decir a grandes rasgos que el universo es vasto e infinito en si mismo, sin principio ni fin. Eso me hizo reflexionar iniciando en mí un conato de preocupación. Si el universo es infinito eso quiere decir que nosotros solamente somos un insignificante participante en una hipotética reunión universal. Un pequeño planeta de monos sin pelo tan pequeño como un paramecio, tan nimio como una aceituna en un martini. El apéndice del cosmos, el cromo repetido en el cajón de sastre del universo, la revista porno en braille del espacio. ¿Qué importancia adquirían entonces nuestros banales problemas al lado de mundos que nacen y se destruyen, de sistemas de millones, billones y quintillones de estrellas, de meteoritos que viajan por la galaxia cuidándose de no estrellarse contra algún satélite. Eso si un auténtico problema, puesto que por todos es conocido la mala baba de los satélites para con los meteoritos… Todos los días hay estrellas que desaparecen sin dar explicaciones en algún lugar encima o debajo de nuestras cabezas. Así, sin más. Adiós, bye, arrevoire. Nosotros tenemos también una de esas bolas de gas que arden alumbrándonos siendo el vital y original sustento de la vida, pero ¿Quién nos asegura que un día de estos el gas no escapará, desinflándose, dejándonos sumidos en la oscuridad y el repelús? Que ironía, muertos por una ventosidad cósmica…
El famoso Big Bang fue el que dio lugar a toda esta parafernalia, erigiéndose como el escultor beodo de cincel mellado. No se si el Sr. Big Bang era consciente de que lo hacía, pero desde luego que más desastroso no podía ser el resultado. ¿En que se tiene que estar pensando mientras se crea un universo? ¿En macroeconomía aplicada? Probablemente vería televisión, “estelar” por supuesto. Quizás todo sea producto de una melopea a escala cósmica, o una cámara oculta de los dioses. Es la única explicación verosímil que se me ocurre. Si no es así, a mi me lo parece. Por otro lado, si aunamos los conceptos de la existencia de vida inteligente (consideremos la tierra como vida a secas) más la infinidad del universo, nos encontramos con el problema de la comunicación interplanetaria. ¿Cuánto tiene que vivir una criatura para poder llegar al otro extremo del universo? ¿O cuantos puntos del carné debe perder en ese viaje para llegar a tiempo? Como vaya a 120 todo el rato…Esto destruye la figura del dominguero galáctico. Mundos condenados a observarse sin comunicarse, como ocurre con la vecina buenorra del bloque de enfrente (aunque en este caso creo que la falta de comunicación es debida a otras causas…). Además no creo que el móvil tenga cobertura en Marte. Puede que en realidad estemos exagerando el asunto, porque cuando se dice que el universo es infinito ¿A qué infinito se refiere? ¿Infinito como el cine sueco en versión original? ¿Infinito como las carreteras de la Mancha? ¿O tal vez infinito + 1? Sea como fuere, un viaje largo. Es conveniente llevarse una selección musical adecuada.

La manifestación de universo como idea misma en su propia esencia, produce una perplejidad inherente a la existencia pero contraproducente para la Nada, deteniendo la efusividad en el complejo de su propia conceptualidad refiere a sus propias leyes basadas en la antimateria e ideas físico espaciales teniendo su principal argumento en la subjetividad basada en la objetividad.

Me consuela saber que es aún más complicado encontrar un fontanero en fin de semana.

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