sábado, 15 de septiembre de 2007

BIENVENIDO MR. BUTE


Eran más de las 2 de la madrugada de un Martes cualquiera, y yo ya hacía rato que me encontraba sumido en la fase REM del sueño, concretamente en el punto en el que hace su acostumbrada aparición Mónica Belulli, quizás la más fiel de las mujeres con las que he estado hasta ahora. Disfrutaba de las ventajas de tener una relación onírica con una modelo italiana, cuando de repente un ruido procedente de la cocina me despertó sobresaltadamente. “¡Joder! ¡Con lo que me había costado que me la comiese!”(Hablaba de la ficha. Mónica y yo jugábamos una partida de parchís en mi sueño…) Contrariado me levanté de la cama y me puse mis zapatillas de paño, cuando de nuevo escuché otro ruido. Había alguien en la casa. En ese momento mi enojo se transmutó en canguelo. Paseaba nervioso por la habitación mordisqueándome mis, por otro lado, maltrechas uñas, decidiendo que hacer. No podía llamar a nadie puesto que el teléfono estaba abajo, así que tomé la decisión más importante y arriesgada de mí vida: Bajar y enfrentarme al peligro. Defender mi territorio como un hombre. Evitar que se comieran mis gofres. Abrí el armario y saqué mi viejo bate de béisbol, que compré hace algunos años por si ocurría un caso como este. No creo que a este lado del Atlántico nadie haya comprado un bate de béisbol pensando en usarlo para jugar…
Comencé a bajar las escaleras sigilosamente, ataviado con una camiseta interior, unos calzoncillos de Epi y Blas y un bate de béisbol sin estrenar, pensando en el sujeto de mi cocina. Podría haber dejado que me robara ya que era pobre como una rata, pero ya se había convertido en cuestión de orgullo. Cuanto más me acercaba más distinguía entre las sombras. Mi destino estaba cerca ¿Sería un yonqui? ¿Un ladronzuelo de poca monta? ¿Tal vez un talibán buscando refugio? ¡A lo mejor un narcotraficante colombiano huyendo de la pasma! Tenía la puerta a unos pasos. Ya casi podía distinguir al sujeto. Era, era, era…
¡¡¡EL BUTE!!! ¡No me lo podía creer! ¡La peor de mis pesadillas hecha realidad! ¡Toda la vida esquivándolo y por fin me había encontrado! ¡Atrapado en mi propia cocina! Me quedé petrificado ante el, atónito, quieto como un pollo de perdiz encandilado mientras se acerca a mí, atravesándome con su fría mirada. Sus lentos pasos lo aproximaban mientras yo era incapaz de hacer algo que no fuera balbucear. Cuando estaba frente levantó su mano mientras me sujetaba con la otra y… ¡me ofreció una cerveza…!

Limamos nuestras asperezas mientras echábamos una partida de póquer y tomamos unas cervezas con unas aceitunitas. Decidimos quedar para la semana siguiente junto al Hombre del Saco y el Ratoncito Pérez. En el fondo es buen tipo…



Nota: Bute: Dícese del Hombre del saco granaino. Personaje siniestro perteneciente al imaginario colectivo.

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