martes, 11 de marzo de 2008

Gafas rojas


A esto lo llaman ir de refuerzo. Cinco personas, mirándonos, de brazos cruzados, buscando algo que hacer. Aburridos. Boring que dirían los ingleses. Aletargados como marmotas de cola parda. Suspirando. Y eso que se supone que yo soy el refuerzo. Pero no avisan de que viene un refuerzo y no hay nada que reforzar…Descoordinación entre departamentos, algo fascinante. En ese momento desearía estar lejos de allí. En cualquier lugar. Pero lejos. Odio estar encerrado entre esas cuatro paredes, derramado en un sofá, esperando que me manden hacer. No. Soy un alma libre. Un vagamundo. Un Easy Rider. Yo he nacido para esperar órdenes en un sofá. Yo debería estar atravesando el país a lomos de una moto, como si de un western moderno se tratase. Un vaquero que cabalga con su sombrero y el revolver en la cintura presto a ser disparado. Por supuesto yo sería un pistolero como Clint Eastwood. Pero el Clint Eastwood pendenciero y bravucón de Infierno de cobardes, no ese que canturreaba en La leyenda de la ciudad sin nombre. Pero por favor Clint ¿En que demonios estabas pensando? Iría de punta a cabo del país, sin ningún objetivo concreto, solo huir, protagonizando mi propia road movie, cargando con alforjas llenas de libertad y LSD, conociendo enigmáticos personajes a mi paso, cada cual mas extravagante que el anterior y con los que entablaría una breve pero intensa amistad sellada con un pacto silente de Bourbon, porque así somos los solitarios. Pero claro, eso son cosas que solo pasan en mi imaginación. En la vida real estoy de refuerzo en un sitio donde no hay nada que reforzar. Argh. Pues nada, iré a esa reunión a la que iban los que tenía que reforzar. El uso de un programa informático. De un coñazo de programa informático.
Pero ¡sorpresa! Aparte del coñazo de programa informático, el cañón de power point y la pantalla de proyección, hay en la sala un elemento con el que no contaba y que llama poderosamente mi atención. ¡Y de que forma! Nos da la bienvenida a la sala una agradable joven, que parece ser la formadora y que nos invita a pasar. Morena, sexy, formadora. Trinomio singular. Esto ya me parece más interesante…
Su dulce voz convierte en poesía hasta el infame argot informático. Estomagante lenguaje que de cualquier otra manera sonaría como una colección de rebuznos, sin embargo tú eres capaz de hipnotizarme haciéndome parecer la traducción de los algoritmos un soliloquio de Lope de Vega. Mientras, su estilizada figura, embutida en ese jersey de zara, procura en mi más atención que cualquier puntero láser de última generación. Pero lo mejor sin lugar a dudas son sus gafas. Gafas de pasta roja, a juego con sus zapatos rojos, a juego con sus delicadas mejillas rojas, a juego con la sensualidad roja que desprende. Por favor, quítatelo todo, pero déjate las gafas rojas. Quiero que me enseñes bien a usar el programa, pero en mi casa, escuchando el disco de la portada azul de Coltraine, con unas velas perfumadas, vino y por supuesto con tus gafas rojas. Tus increíblemente morbosas gafas rojas. Quien hubiera dicho que yo me interesaría por la informática, si el último ordenador que usé fue un Spectrum 128 k. La culpa la tienes tú. Si no hubieras nacido, ¿Que habría sido de las mujeres?
Ahora la ronda de preguntas. Me toca a mí, pero no se me ocurre ninguna. Y es que entre tanto World, firewall y firefox, lo único que quiero preguntarte es si la tira de tanga que se escurre entre tus nalgas va también a juego con tus gafas rojas.

No hay comentarios: