sábado, 14 de febrero de 2009

El reloj que andaba hacia atrás


El paso del tiempo me preocupa. Pero no es de ahora. Ya desde pequeño he tenido una excéntrica obsesión con el paso del tiempo. Cuando la profesora preguntaba en el parvulario que es lo que queríamos ser de mayor, la sala se llenaba con el estruendo de un puñado de infantes histéricos que vociferaban excitados típicas profesiones: “policía, bombero, enfermera, futbolista, superhéroe”. Yo sin embargo permanecía callado. Absorto en mis pensamientos y con la mirada perdida, visualizando un DeLorean.
-“¿y tu Caronte? ¿No dices nada? ¿Se te ha comido la lengua el gato?”
Ni decía nada, ni se me había comido la lengua el gato. Solo pensaba en que de mayor quería ser como el Dr. Elmer E. Brown. El genio que no le temía al almanaque. Poder sujetar un reloj que se cae. Hacer un parpadeo infinito. Ganarle el pulso a Cronos. Todo era posible para el loco de pelo gris. Pero ni yo tengo el pelo gris, ni tengo un DeLorean, ni me he convertido en el Dr. Elmer E. Brown. Y más de 20 años después sigo sin haber inventado un condensador de fluzo, y lo más cerca que he estado de viajar en el tiempo ha sido en los atascos. Teletransportado por la introspección analítica propiciada por el hastío del confinamiento en un vehículo varado y el flujo de C02 que se desliza por las rendijas del salpicadero. Y es entonces cuando mi cuerpo se queda y mi cabeza se marcha, mientras las leyes del tiempo y el espacio importan un carajo ¡Chúpate esa, Einstein! Pero poco dura. Porque es seguro que un mamón y su bocina te devuelve a la realidad. Máxima universal. Toca esperar. Ya llegará otro atasco para realizar otro lisérgico viaje en el tiempo. Y para eso hemos quedado. Me he convertido en un tipo aburrido que para cumplir su sueño necesita de letales inhalaciones de gas tóxico ensardinado en un utilitario. Antes tenía un sueño, y ahora se está convirtiendo en pesadilla. Lo peor es que me sigue preocupando el tiempo.
Y por mas que lo intento no he sido capaz de hallar el modo. Ni tan siquiera de casualidad o de forma equivocada, y ya me resigno a que si lo hago será de esa manera porque mis pensamientos son rastreros y atropellados, y los caminos que siguen acaban desembocando en un perro que se muerde el rabo o en el acto de la concepción. Mi apatía neuronal me condena a envejecer como todo en mundo.
Y me sigue preocupando el tiempo. Y aquí estoy, con lo más parecido que he conseguido a controlar el tiempo. Acabar como empecé.

2 comentarios:

Riotrankilo dijo...

Me encanta cuando se detiene el tiempo, cuando pasa eso, ciertas imagenes se guardan directamente en una carpeta de tu sistema, fotos del momento.
Porué el tiempo se detiene un montón de veces al día.
Cuando te comes una crispy chiken
Cuando una mirada infinita te hipnotiza.
Cuando estás cagando.
Cuando estás en la seccion de bolleria del super.
Cuando haces cómo que escuchas a alguien.
Cuando realmente alguien dice algo interesante(cosa poco corriente).
Cuando intentas no mirarle las tetas, pero al final acabas pasando de todo y te pillan.
no se
un monton de veces
y es lo único que tenemos, de momento.
Por cierto, si alguna vez encuenras ese DeLorean, Suerte.

Sulfamidas Smith dijo...

Cuando te estás cagando el tiempo se acelera o se detiene indistintamente, dependiendo tan solo del momento, lugar o sensibilidad del ojete.